miércoles, 12 de noviembre de 2008

El Real Unión revienta al Madrid

El Real Madrid ha llegado a un punto en el que sólo le importa sobrevivir. Es como ese náufrago para el que disfrutar de la vida sólo es una utopía, porque su única aspiración pasa por añadir minutos, horas o días a su desconsolada existencia. Cada partido se ha convertido en un sufrimiento para el conjunto que dirige Bernd Schuster, que luce una cara de angustia como si viviera los encuentros sentado en una silla eléctrica y no en un banquillo. Hay días en los que el orgullo, la casta o un golpe de fortuna disimulan los defectos, pero otros en los que todo se vuelve en contra y ni los tres goles de Raúl, ni el golazo de Bueno bastan para eliminar a un equipo de Segunda B, como el Real Unión, que en 180 minutos ha marcado seis goles al Madrid. Se podrá quejar el Madrid, y con razón, del gol legal anulado a Saviola por un inexistente fuera de juego, pero no dejaría de ser un árbol que nos impediría ver el bosque de la realidad. Una realidad que indica que el Madrid ha sido expulsado de la Copa en la primera eliminatoria que ha disputado.
Apenas se han consumido dos meses de temporada y las lesiones, rotaciones y decisiones tácticas han obligado a medir la fiabilidad de esta plantilla. Una plantilla que no es corta, pero sí se antoja desequilibrada. Los problemas físicos han aireado con demasiada rapidez las carencias del grupo. Ha llegado el invierno, han bajado las temperaturas y al mirar en el armario Schuster sólo encuentra ropa de verano. Y no toda es de su agrado, lo que le obliga a pasar frío, muchas veces de forma gratuita.
El Real Unión, un conjunto de Segunda B, ha vuelto a demostrar que sólo es necesario mantener el orden táctico y presionar con un poco de sentido y dedicación en el centro del campo para desconectar los circuitos que activan el juego del Madrid. Si, además, es capaz de mover el balón con cierto criterio no es complicado ver a los jugadores del Madrid correr detrás de la pelota de forma alocada, como un niño al que se le ha quitado un regalo. Tampoco es extraño ver a los futbolistas vestidos de blanco amontonarse en el centro en sus ataques, dejando las bandas olvidadas, en barbecho para que las disfruten las siguientes generaciones. Al tiempo, la defensa alimenta la angustia de la grada, que vive en un continuo sobresalto con cada ataque del rival. Hay pasajes del terror en noches de Halloween que dan menos miedo que ver defender al Madrid.
Al cuarto de hora las costuras del Madrid ya habían saltado por los aires. Manu García cruzó un balón desde la izquierda, Salgado se comió el centro y Abasolo no tuvo más remedio que marcar. Otra vez un simple centro desde la banda era suficiente para poner en evidencia de la defensa del Madrid, que es incapaz de encontrar remedio a los problemas que le generan los balones cruzados. No es una novedad, es un vicio repetido durante toda la temporada. La penúltima vez fue contra el Málaga, porque el último que se ha aprovechado de esa inconsistencia defensiva ha sido el Real Unión. Con un excelente pase cruzado desde le posición de lateral derecho, Manu García dejó solo a Salcedo frente a Dudek, al que batió sin problemas. Mientras, los defensas del Madrid miraban la jugada y Metzelder corría detrás de Salcedo como una abuela detrás de un niño, con más voluntad que facultades.
Entre medias de todo ello se vio un partido controlado por el Real Unión, dueño de la pelota y que impuso el ritmo que más le interesó. Con el 1-2 a favor quizá le entró el vértigo, cedió la iniciativa al Madrid y alimentó la reacción de un equipo que si algo bueno tiene es que nunca se da por vencido y mucho menos su capitán Raúl. Cuando el juego no aparece, sólo queda la medicina del orgullo. Igualó el 0-1 poco antes de que se cerrar la primera parte, al aprovechar un regalo del portero Eduard, que como dicen en Italia salió a coger mariposas en un balón colgado por Marcelo.
Raúl firmó su segundo tanto cuando los futbolistas del Real Unión no habían terminado de celebrar el 1-2. El balón llegó a Saviola en la zona izquierda del área y su pase fue empujado a gol por Raúl, que pareció cerrar la eliminatoria cuando a menos de cinco minutos del final, con el Bernabéu preparado para la prórroga, centró desde la derecha y el balón acabó superando de manera sorprendente a Eduard, quizá despistado por el intento de remate de Bueno. La salida del canterano Bueno revitalizó al Madrid y suyo fue el golazo que había significado el 3-2. Un tiro certero que llevó al balón a la escuadra.
Por primera vez en todo el partido y con el 4-2 el estadio pareció una fiesta, pero llegó Eneko Romo y apagó la música. Un pase de Juan fue cabeceado por Romo, que se aprovechó de la pasividad del Madrid, incapaz de defender un nuevo balón cruzado desde una banda. El Real Unión superaba la eliminatoria mientras el Madrid sólo podía lamer sus miserias. Lo peor, quizá esté aún por llegar.



Publicado por el diario As (digital)

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